Este post está dedicado al vehículo más fiel que he conocido y conoceré, el más querido, con el que hemos aprendido a manejar mi hermano y yo, el que remolcó autos mucho mas modernos, caros y complejos, el que en 16 años nos dejó de a pie una cantidad de veces tan ínfimas que puedo enumerarlas y sobran los dedos, el mismo que sufrió los momentos duros del país y resistió a pesar de las épocas de vacas flacas, al que se quisieron llevar en el amargo 2001 y no pudieron, el que tiene miles de km en su haber, el que anduvo con tracción en una sola rueda con 5 pasajeros encima o con la suspensión caída desde mataderos hasta caballito, el que asistió a las pruebas futbolísticas en boca y cargó amplificadores,
maderas y equipajes varios, ese mismo que llevó a nacer a mi hermana, el que me transportó a mi entrevista laboral para conseguir el empleo que hoy tengo, el que en la nevada histórica (foto) arrancó al toque , el único auto por el que sería capaz de llorar si lo robaran, el que desde que tengo 7 años nos acompaña y nos acompañará siempre si no mediara ningún maldito ser que habita tanto este mundo, los que me conocen ya sabrán a quien me refiero, para los que no, el auto en cuestión es el Citroen 2CV AZL 1964 rojo, con abertura contraviento, el citrógeno, citrus, la coupé, y tantos apodos que tiene. Podrá ser lento, antiguo, o raro, pero sencillamente el que nunca manejó uno no sabe lo que se siente, es descubrir algo nuevo cada día. Las anécdotas son miles, aburriría si la contara todas, sencillamente quería dedicarle unas líneas a un miembro más de la familia que se lo ganó con derecho propio, salud Citrus, hoy brindo en nombre tuyo y ya estamos cerca de la merecida restauración.